Que estaba pasando un dia como hoy en....



sábado, 22 de febrero de 2014

Un corazón más pequeño que late más fuerte




  Capítulo 9: El maquinista de sueños olvidados

  Carmelo tiene 91 años, es de Zaragoza , un "mañico" de toda la vida, tiene cuatro hijos, tres nietos y una biznieta. Su mujer Rosa es su mayor apoyo, sus manos desgastadas con el paso del tiempo, apenas dejan ver al hombre que un día tras otro dirigía los trenes desde Zaragoza a la capital, con su boina azul y su chaleco de algodón.  Le encantaba dirigir aquellas enromes máquinas, con sus vagones, sus railes y su mesa de mandos. ¡Lo mucho que había cambiado desde que el empezó¡ 

   Pero atrás han quedado poco a poco esos recuerdos. Apenas recuerda ya el sonido de la sirena , avisando la salida del próximo tren. Los viajeros con sus maletas de equipaje , los revisores controlando los billetes o las horas que le quedaban para volver a casa con su mujer y sus hijos. No recuerda haberles visto crecer, aunque eso no es en realidad un problema de su enfermedad, sino que nunca llego a verles crecer, pues pasaba largas temporadas fuera de casa. Eso si nunca les falto de nada. Quizás sí amor, quizás sí tiempo....quizás tantas y tantas cosas.

  Hoy sentado en la mecedora del salón, Carmelo con la mirada perdida , apenas reconoce a la mujer que esta sentada a su lado, la primera persona que ve cuando se levanta y la última al acostarse.  Quiere decirle lo mucho que le ha querido, pero no puede , no puede recordarlo. A veces olvida las cosas más sencillas, más simples, y cuando esto ocurre guarda sus lágrimas, y cuando nadie parece verle las descarga con rabia sobre la enfermedad que esta borrando todos sus recuerdos.

   Hace tres años le fue diagnosticado un Alzheimer severo , tan severo que la pérdida de recuerdos sería rápida y sin tiempo de reacción.   Lo cierto es que aún fue más rápida de lo previsto. Al principio poco perceptible, pero de forma paulatina los recuerdos se iban convirtiendo en pequeñas manchas negras de una vía, que ya no le pertenecía.  Ahora mira las fotos y apenas puede distinguir a los extraños que le sonríen desde el otro lado. A veces incluso se olvida de ir al baño, de saber donde ha puesto las zapatillas o de donde se guarda el mantel en su propia casa.  También es frecuente que haga las mismas preguntas una y otra vez, quizás en una hora te pregunta varias veces como te llamas y aunque al contestarle una y otra vez lo mismo, el volverá a preguntarlo cada vez, como si fuera la primera. 

  Toda la familia entiende la situación, aunque a veces no es nada fácil. Lo cierto es que es muy difícil vivir con una persona con Alzheimer , y más en el estado avanzado en el que se encuentra Carmelo.  Necesita que le pongan " cartelitos" por todas partes, que tiene que tocar, que tiene que coger, donde está cada cosa....Pero el tiene suerte y saca fuerzas de donde ya no las tiene, escucha aunque luego no pueda recordar lo que a oído, toca aunque no vuelva a sentir más lo que ha tocado.  Su gran apoyo es su mujer, ella no se enfada porque él ya no la recuerde, no le importa contarle cada poco la misma historia de una familia feliz que salió adelante, que supo repostar en cada estación y que llego a su ansiado destino. Una familia que es la suya.

   Carmelo se levanta, coge su bastón y se acerca a la mesa de su estudio, enciende un interruptor que dice "encender" y se queda embobado viendo como la maqueta de tren recorre su trayecto con ese sonido de los vagones flotando por las vías del tren. Disfruta como un niño, con la misma inocencia y es que en el fondo es un adulto que ha vuelto a ser un niño, lo que pasa es que ha olvidado sus sueños de cuando era un niño de verdad. Pero mientras siga escuchando el sonido del tren al llegar a la estación , pensara en cada parada de una vida que aunque olvidada le ha hecho llegar a ser quién es. Y sólo por eso ya es feliz..

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